-¿Una limosna? - murmuró el mendigo , alargando mecánicamente su gorra de béisbol .
-No tengo nada que darte - dijo el desconocido . A continuación preguntó :
-¿Sobre qué estás sentado?
-Nada - respondió el mendigo - . Sólo una vieja caja . He estado sentado en ella desde no sé cuándo.
- Has mirado dentro alguna vez - preguntó el desconocido .
-No - dijo el mendigo - , ¿para qué ? No hay nada dentro -
-Echa una mirada - insistió el desconocido .
El mendigo consiguió abrir la tapa . Con infinita sorpresa , incredulidad y dicha vio que la caja estaba llena de oro.
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Yo soy ese extraño que no tiene nada que darte y te pide que mires dentro . No dentro de ninguna caja , como la historia , sino en otro lugar aún más cercano : dentro de ti mismo .
Ahora mismo pensarás " pero no soy un mendigo" .
Quienes no han encontrado su verdadera riqueza , que es la radiante alegría del Ser y la profunda e inconmovible paz que la acompaña , son mendigos , aunque posean grandes riquezas materiales . Están buscando fuera de sí mismos migajas de placer o satisfacción , de estima , seguridad o amor , cuando dentro tienen un tesoro que , además de incluir todas esas cosas , es mucho más grande que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer .
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